Ella estaba trabajando en el ordenador. El le había llamado para decirle que ya había terminado de trabajar y que subía a buscarle para salir a dar una vuelta. Iba muy atrasada con la traducción que tenia que entregar y se estaba preparando mientras hacia las últimas correcciones a la página que acababa de terminar.
Cuando él llegó no estaba vestida del todo. Llevaba puesta la ropa interior, bragas y sujetador de
algodón a juego blancos con rayas muy finas negras y calcetines que le llegaban hasta justo debajo de la rodilla, también de rayas pero mas anchas. Estaba descalza y se había puesto una blusa blanca y entallada por la cintura, que le marcaba las
caderas y que a la altura del pecho el botón le ataba lo justo dejando ver un sugerente canalillo.
Tenía el pelo recién lavado y recogido en un moño para que no le molestase sujeto con un lapicero, el rimmel dado en las pestañas y los labios
pintados de un rosa fucsia que sabia que a él le iba a volver loco.
El oculista le había
recomendado que llevase gafas por lo menos cuando fuese a pasar muchas horas seguidas en el ordenador y al final había claudicado y
había encargado unas que ahora le resultaba incluso interesante el aspecto que le daban.
Iba a ponerse los pantalones vaqueros
cuando sonó el timbre de la puerta de abajo. Era él.
- Sube, le dijo, no estoy preparada del todo aun...
- Siempre... se empezó a oír desde el otro lado, y ella riéndose colgó el interfono para no seguir escuchando sus protestas.
Esperó a
que estuviese ya en el rellano de la escalera para abrirle la puerta, venía dispuesto a quejarse por tocarle siempre esperar a que
terminase de hacer algo, pero cuando la vió apoyada en el marco de la puerta, sólo pudo decirle:
- Uf, pareces una maestra pervertida
A ella aquel comentario le hizo muchísima gracia y soltó una pícara carcajada, le agarró de la corbata y le metió para dentro. Los dos
sabían que ya no darían esa vuelta.
Entraron en el salón y ella encendió las velas que siempre tenía estratégicamente colocadas por las
habitaciones, apagó las luces y prendió las barritas de incienso que salían de los dos budas que tenia a ambos lados del sofá.
Sólo
faltaba la música. Esa misma mañana habia comprado un cd de txalaparta que aun no habían escuchado y ese le pareció un buen
momento para hacerlo.
Mientras ella iba de aquí para allá por la habitación, él se había quitado la americana y la corbata y se había sentado en el
medio del sofá apoyando la espalda contra el respaldo y observándola pensó que estaba cansado pero que seguro, merecía la pena.
Ella
sabía que tenía un compañero de baja y que le estaba tocando hacer sus clientes también, así que se puso frente a él, sentada en sus
piernas y empezó a soltarle los botones de la camisa. El iba a hacer lo propio con los de ella, pero le detuvo, le besó en la boca y le dijo:
- Tú, relájate y disfruta...
Por la forma en que estaba sentada encima de él en seguida se dió cuenta de que la idea le había gustado porque notó en su
entrepierna como la polla se empezaba a poner dura. Esto hizo que ella empezase a moverse con suaves balanceos restregándola por
sus bragas a la vez que le daba suaves mordiscos en las orejas, le chupaba con delicadeza el cuello y unía sus labios a los de él
metiéndole la lengua hasta dentro.
Cuando terminó de desabrocharle la camisa, dejó su pecho al descubierto sin quitársela del todo. Le
pasó las manos repetidamente en suaves caricias y jugueteó con sus pezones, pasándoles la punta de la lengua. El le había puesto las
manos en las caderas y la movía hacia delante y hacia atrás como si se tratase de una mecedora, lo que hacía que la polla estuviese
cada vez más dura y las bragas de ella cada vez más empapadas.
Ella empezó a soltarle la hebilla del cinturón inclinándose un poco y
doblando la cintura dejando el escote al descubierto. El panorama fué demasiado como para que él estuviese quieto. El sujetador le
juntaba sus grandes pechos dándoles una exquisita forma redonda y la visión del canalillo hizo que no pudiese aguantar el deseo de
recorrerlo con la lengua.
La boca se le hizo agua sólo de pensarlo. Le quitó las gafas, le soltó el pelo y la arrimó hacia el mientras lo
recorría una y otra vez. Ella sintió un placentero cosquilleo y echó la cabeza hacia atrás para que él tuviese mas fácil acceso. De
repente se le ocurrió una cosa.
- Espera, le dijo, ahora vuelvo. No te muevas de ahí, y señalándole la bragueta, .... y mantén eso a punto.
El empezó a pasarse la palma
de la mano por encima del pantalón y mientras terminaba de quitarse el cinturón, le contestó:
- Tranquila, no pienso moverme, pero no tardes.
Oyó como abría la puerta de la nevera y al momento supo lo que tramaba y cuando la vió aparecer con el bote de nata montada un
excitante escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Ella le miro divertida, volvió a coger postura encima de él , quitó la tapa y metiéndose la
cánula entre las tetas dejó soltar un enorme chorro que hizo que aquello pareciese una catarata de espuma entre dos montañas.
El
panorama era mas que excitante y sin pensárselo dos veces el empezó a lamer la nata y a extenderla con la lengua por el escote
mientras le soltaba la camisa. El sujetador se ataba por delante así que sólo tuvo que dar un suave tirón para soltarlo y dejar los pechos
al descubierto.
Los agarró con las dos manos y los besó y los lamió hasta que no quedó nada de nata en ellos. Repitió la operación,
pero ahora la nata corría bajando hacia abajo y el obediente la siguió con la lengua, entreteniéndose a juguetear en el ombligo para
volver otra vez hacia arriba a terminar de dejar los pechos limpios.
Ella se reía divertida y excitada y cuando tuvo la boca de él cerca le
atrajo la cabeza hacia sí y le dió un sensual, jugoso y largo beso, jugueteando con las lenguas dentro de la boca. Estuvieron así
abrazados unos minutos, pecho contra pecho y rozándose suavemente el pubis y el pene.
El le separó con un dedo las bragas y le
metió la otra mano para acariciarle el coño y ella notando que su polla ya no cabía dentro de los pantalones metió la mano por los
gayumbos para sacarla.
Cogió el bote de nata y antes de que el se diese cuenta la embadurno entera, desde el capullo hasta los huevos
y adivinado lo que iba a pasar ahora, él se acomodo en el sofá cogiendo posición para que ella pudiese comérsela estando cómoda. Ella
se arrodilló delante de él, entre sus piernas, se quitó la camisa y agarrando la polla con una mano y los huevos con la otra se la metió
en la boca a la vez que la meneaba con movimientos bien acompasados cogiendo un ritmo que a él le hizo estremecerse y gemir de
puro placer.
De vez en cuando ella levantaba la vista para mirarle a los ojos. Le gustaba ver como se reflejaba el deseo y la excitación
en ellos. El le estaba acariciando el pelo a la vez que le movía la cabeza con suavidad acompañando el ritmo que ella iba imponiendo.
Estuvieron así un buen rato, alternando la mamada dentro de la boca con chupadas con la lengua que la recorrían entera de arriba a
abajo incluyendo lametones y succiones en los huevos. Estaba enormemente excitada, se notaba muy mojada y cogió la mano de él
para llevársela hasta las bragas moviéndosela en una insinuación de que había llegado el momento de que se lo trabajase.
Entendiendo
la indirecta el se levantó, terminó de desnudarse y le quitó las bragas a ella. Le acarició el coño mientras los dos estaban de pie
pasándole el dedo por el clítoris y metiéndoselo por la vagina una y otra vez mientras que con la otra mano le sobaba los pechos
primero y el culo después. Le estaba poniendo a cien de tal manera que a ella le costaba mantenerse de pie, necesita apoyarse en algún
sitio porque las piernas le temblaban de placer.
Cogió la nata otra vez y se vació el bote entre las piernas, él la miraba excitado y
divertido, ella le empujó a sentarse de nuevo en el sofá y se colocó como antes pero esta vez en lugar de estar sentada, se puso de pie
de forma que la boca de él quedaba justo a la altura del montón de nata. Apoyo las dos manos en el respaldo del sofá y le dijo:
- Ahora, cómemelo.
No se hizo de rogar y empezó a lamerle el coño pasándole la lengua por todo el clítoris una y otra vez y a medida que la nata iba
desapareciendo, se abría camino hacia la vagina, metiendo primero la punta y luego la lengua entera y moviéndola dentro como si de
una polla se tratase. Los gemidos de ella no hacían si no excitarle mas y empezó a juguetearle en el culo, metiéndole primero un poco
el dedo y poco a poco más haciendo que se moviese ayudando así a darle más placer. De vez en cuando él dejaba el culo de ella para
masturbarse y así no perder ni un ápice de excitación. Estaban llegando los dos al punto cumbre y él sabiendo lo mucho que le gustaba
a ella que se corriesen juntos, le preguntó suavemente mientras le acariciaba las nalgas:
- vamos?
- vamos, le dijo ella sonriéndole
El le agarró de las caderas y le puso suavemente de rodillas y antes de que ella se diese cuenta tenía su poya dentro, gimiendo de
placer los dos empezaron a moverse a la vez como si siempre hubiesen estado unidos por esas partes de su cuerpo.
A la vez se
besaban frenéticamente uniendo sus lenguas dentro de su boca. Tenían las manos entrelazadas como si les diese miedo que algo les
separase. En el cd sonaba un solo de txalaparta que parecía adivinar lo que estaba pasando y la música se unía perfectamente al
movimiento de los cuerpos. Generalmente ella empezaba a correrse unos segundos antes y hoy no iba a ser una excepción, esto hacía
que a él al sentir como se estremecía ella no pudiese aguantar más y juntos alcanzasen el orgasmo.
Cuando terminaron se quedaron en esa postura un buen rato, cansados y satisfechos y dándose pequeños besos en la boca, en el
cuello y en los hombros, mientras se relajaban todos los músculos de su cuerpo.
Terminó la música, se apagaron las velas y el incienso ya no ardía. Se tumbaron en el sofá, se taparon con una manta y unidos en
cuerpo y alma se quedaron profundamente dormidos...